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viernes, 15 de mayo de 2015

XIII

Y ahora solo quiero quererme. Y dejar de existir. Quiero vivir, pero sé que no atrevo a caminar con mis pies. Lo haré a través de las palabras de otros, leeré las mentes de los atrevidos que las plasmaron en páginas, lloraré sus penas, me angustiaré por sus angustias, desapareceré con sus finales. No oiré más palabras de amor fingido que no sean las que se cantan con un rasgueo continuado, o el lamento de un violonchelo perdido en alguna habitación insonorizada. No sentiré más calor que el del sol de primavera lamiendo mi ventana. Se me erizará el vello de los brazos, la piel de gallina, fría, escalofría, solamente con besos de terceras personas de quienes solo sé el nombre.

Y dejaré de existir. Anulando mis sentidos. Dando de baja mis dolores. Merece la pena una vida que es vivida, pero no pretendo arriesgarme a que sea la mía. La dejaré en su envoltorio original, intacta, preparada para la devolución entre lágrimas en unos años, quien sabe si diez, si veinte, o si la próxima vez que vaya al baño. 

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