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sábado, 31 de enero de 2015

Gatos verdes

Hoy había nubes en el cielo. Pero no ha llovido. “Hasta a Dios tenemos de nuestra parte”, exclamó una mujer con sonrisa en boca y mirada, mientras marchaba hacia la Plaza del Sol. Pero Dios no ha tenido nada que ver. Esto es cosa nuestra. No es cosa nuestra la desorbitante deuda o el rescate a los banqueros. Es cosa nuestra la voluntad de cambio.

Muchos han visto la manifestación de esta tarde de 31 de Enero como una reunión de cuatro rojillos inútiles, siguiendo al flautista de Vallecas en su camino a la conversión de España en Venezuela. Y no quieren ver más allá. No quieren ver a más de cien mil personas -cien mil, que se dice rápido- pidiendo a los cuatro vientos un cambio.

No quieren, claro está, ver gente buscando en las basuras, padres llorando porque no tienen con qué alimentar a sus hijos, ancianos siendo desahuciados o personas bajando al mínimo su valor salarial porque necesitan un trabajo.

Yo lo que he visto hoy no ha sido las pintas o las banderas. He visto ponerse de pie a un pueblo que ha sido puesto de rodillas, hasta ahora con la cabeza gacha y limitándose a rezar por que todo vaya a mejor. Gente de todas las edades y los estratos sociales pidiendo a gritos que les devuelvan la soberanía popular, su soberanía, y la representatividad y legitimidad del sistema, que les han sido arrebatadas. Robadas, maltratadas y utilizadas en pos de los caprichos de cuatro gatos de traje y corbata. Gatos que se veía maullar por el móvil desde las azoteas que daban a la plaza, acojonados ante la marea de indignación que golpeaba las paredes de los edificios.


No ha llovido, pero sí ha habido mucho viento. Un viento que dicen viene de Europa, el viento del cambio. Pero yo quiero pensar que ha sido el aliento de una ciudadanía que sabe que tiene el poder, y que a partir de ahora va a saber cómo utilizarlo.


















Fotografía: Jose Franco.

viernes, 30 de enero de 2015

Quizá la lluvia

Quizá la lluvia nos lama el fracaso de la piel y nos desnude de penas y nos perdone los errores besándonos los pies de agua salada. Quizá se nos meta en las venas y nos suba la tensión. Quizá nos empape y nos ahogue y nos fuerce a nadar. Sin salvavidas.



Ha dejado de llover pero las calles siguen mojadas.

ESTIMADO SR. WERT

"Estimado Sr. Wert,

Me dirijo a usted con intención de transmitir la opinión personal de uno de los tantos afectados de la última de las reformas educativas, apodada como el modelo “3+2”. Oí de ella por primera vez hace unas semanas, en la voz indignada de una profesora de universidad. No tomé, sin embargo, verdadera consciencia de lo real y necesaria que era esa indignación hasta que hoy ha llegado a la mayoría de medios de comunicación la noticia de que el Consejo de Ministros ha aprobado previsiblemente el decreto de flexibilización del sistema universitario español. Han llegado a calificar de “última batalla” lo que sea que usted tenga en la cabeza llevar a cabo. Si es batalla, yo la llamo perdida.

Una de las cosas que dice usted es que se reduce a un año la carrera, pero ¿de qué nos sirve hacer tres si se va a devaluar totalmente el concepto de grado? Porque ese año no desaparece, pasa a formar parte de un máster totalmente necesario, un máster al que a día de hoy no acceder pueden muchos, y que se verían forzados a necesitar. Un máster cuyos créditos tienen hoy un precio medio de 60 €. Los créditos de grado, de 20€. Ahora son 240 créditos de grado y 60 de máster. Si su proyecto sigue adelante, la proporción será 180-120. Hablando en y de plata, esto supondrá que tendremos que pagar cifras de, aproximadamente, 10.800€.

Si alguien se pregunta qué sentido tiene esto, habrá que aclarar rápidamente que ninguno. Para mí, claro. Para mí y para los docentes, estudiantes y las familias de las que estos últimos normalmente dependen. Para usted, Sr. Wert, el sentido está en que va a aprovechar hasta el último segundo que le quede en el cargo para convertir al material de futuro de esta nación, que es lo que somos realmente los estudiantes, en un conjunto de personajes aborregados e incapaces de clamar por el respeto a sus derechos. Una audiencia de Telecinco.

Quiere internacionalizarnos, argumenta. Así podremos equipararnos a los modelos universitarios de nuestros países vecinos. Pues yo no veo a EEUU como un vecino, pero parece ser que quiere acercarse a su sistema, uno que suponga el endeudamiento de los universitarios en el mismo momento en el que les den el título. Vamos a tener que buscar trabajo para poder pagar unas deudas que contrajimos para poder buscar trabajo. Si suena estúpido, es que lo es.

Pero no nos internacionalizará en las ayudas a estudiantes, la calidad de la enseñanza, el número de alumnos universitarios o el éxito escolar. Está claro que no es rentable. Porque una subida tal de precios supondrá un negocio muy lucrativo. La cuestión siempre se reduce a eso. Al dinero. Discúlpeme, pero yo simplemente no me vería capaz de ponerle precio a la educación de una persona, no hablemos de cerca de un millón y medio de ellas (y tengo en cuenta las de los 45.000 estudiantes que este año no han podido llegar a la universidad por motivos económicos).

Haga lo que usted quiera, Sr. Wert. El entramado 'político' del país se lo permite, su mayoría absoluta, y esta autocracia que vienen construyendo desde que llegaron al poder. Pero yo no voy a ceder. Ninguno lo vamos a hacer. No por gusto, sino por obligación con nuestra conciencia de ciudadanos. El artículo 27.1 de esa Constitución que tan bien les ha venido últimamente establece, ya de primeras, que 'todos tienen derecho a la educación', y este es uno de los derechos inalienables de los que nos quieren privar.

Atentamente, 

una estudiante."


Apelo con esto a todo el mundo, afectados tanto directamente, como no, y a cualquier vestigio que pueda quedar en usted de conciencia.