Me dirijo a usted con intención de transmitir la opinión
personal de uno de los tantos afectados de la última de las reformas educativas,
apodada como el modelo “3+2”. Oí de ella por primera vez hace unas semanas, en
la voz indignada de una profesora de universidad. No tomé, sin embargo,
verdadera consciencia de lo real y necesaria que era esa indignación hasta que
hoy ha llegado a la mayoría de medios de comunicación la noticia de que el
Consejo de Ministros ha aprobado previsiblemente el decreto de flexibilización
del sistema universitario español. Han llegado a calificar de “última batalla”
lo que sea que usted tenga en la cabeza llevar a cabo. Si es batalla, yo la
llamo perdida.
Una de las cosas que dice usted es que se reduce a un año la
carrera, pero ¿de qué nos sirve hacer tres si se va a devaluar totalmente el
concepto de grado? Porque ese año no desaparece, pasa a formar parte de un máster
totalmente necesario, un máster al que a día de hoy no acceder pueden muchos, y
que se verían forzados a necesitar. Un máster cuyos créditos tienen hoy un
precio medio de 60 €. Los créditos de grado, de 20€. Ahora son 240 créditos de
grado y 60 de máster. Si su proyecto sigue adelante, la proporción será
180-120. Hablando en y de plata, esto supondrá que tendremos que pagar cifras
de, aproximadamente, 10.800€.
Si alguien se pregunta qué sentido tiene esto, habrá que
aclarar rápidamente que ninguno. Para mí, claro. Para mí y para los docentes,
estudiantes y las familias de las que estos últimos normalmente dependen. Para usted,
Sr. Wert, el sentido está en que va a aprovechar hasta el último segundo que le
quede en el cargo para convertir al material de futuro de esta nación, que es
lo que somos realmente los estudiantes, en un conjunto de personajes
aborregados e incapaces de clamar por el respeto a sus derechos. Una audiencia
de Telecinco.
Quiere internacionalizarnos, argumenta. Así podremos
equipararnos a los modelos universitarios de nuestros países vecinos. Pues yo
no veo a EEUU como un vecino, pero parece ser que quiere acercarse a su sistema,
uno que suponga el endeudamiento de los universitarios en el mismo momento en
el que les den el título. Vamos a tener que buscar trabajo para poder pagar
unas deudas que contrajimos para poder buscar trabajo. Si suena estúpido, es
que lo es.
Pero no nos internacionalizará en las
ayudas a estudiantes, la calidad de la enseñanza, el número de alumnos
universitarios o el éxito escolar. Está claro que no es rentable. Porque una
subida tal de precios supondrá un negocio muy lucrativo. La cuestión siempre se
reduce a eso. Al dinero. Discúlpeme, pero yo simplemente no me vería capaz de
ponerle precio a la educación de una persona, no hablemos de cerca de un millón
y medio de ellas (y tengo en cuenta las de los 45.000 estudiantes que este año
no han podido llegar a la universidad por motivos económicos).
Haga lo que usted quiera, Sr. Wert. El entramado 'político' del país se lo permite, su mayoría absoluta, y esta autocracia que vienen
construyendo desde que llegaron al poder. Pero yo no voy a ceder. Ninguno lo
vamos a hacer. No por gusto, sino por obligación con nuestra conciencia de
ciudadanos. El artículo 27.1 de esa Constitución que tan bien les ha venido
últimamente establece, ya de primeras, que 'todos tienen derecho a la educación',
y este es uno de los derechos inalienables de los que nos quieren
privar.
Atentamente,
una estudiante."
Atentamente,
una estudiante."
Apelo con esto a todo el mundo, afectados tanto directamente, como no, y a cualquier vestigio que pueda quedar en usted de
conciencia.
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