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sábado, 28 de febrero de 2015

Dios no ha muerto, estaba de parranda.

Una de las cosas que más ha beneficiado el negocio de los narcos ha sido el merchandising que han conseguido by the face. ¿Cómo? Gracias a la omnipresente mass media hambrienta de cerebros desprevenidos que poder moldear. Los videoclips no solo tienen culos en primer plano, también son un hervidero de sustancias ilícitas. Quién es más chachi en las películas/series americanas de última generación que los chavalitos que fuman “weed” (véase Skins). Nadie. Esto ha derivado también en que un aura de glamour rebelde envuelva las drogas por las redes sociales. Que se lo digan, si no, a Tumblr, que sufre sobredosis de pulidas fotografías de rayas de coca, porros como brazos y orificios nasales menstruando.

Todo este cúmulo de situaciones ha supuesto, en primer lugar, la normalización del consumo de drogas por las últimas generaciones, en pleno desarrollo cerebral, haciendo de ellas la bandera del movimiento antisistema más sumergido en el sistema posible. Fumo porque soy un tipo malote que te cagas. Me como las calles, fuck the pólice, que viva el barrio. Pero chequea mis nuevas Nike. O bien soy un alma libre que deja volar su conciencia con los tripis, o un animal del degradado ecosistema de la fiesta, que no aguanta sin la rayita de alegría.

Dios murió para Nietzsche, pero nosotros decidimos verlo entre alucinaciones cada fin de semana. La identidad de un gran porcentaje de la juventud está construido sobre la base del uso de estupefacientes. No hablamos ya de la adicción, que condiciona cada átomo de la persona y lo ata a su sustancia predilecta. Hablamos de la carencia de propósito en la vida y valores, generalizada y ensalzada allá donde miremos.

Esto deriva, en segundo lugar, hacia la creación de una masa consumista descerebrada no solamente por la lobotomía televisiva, sino también por la destrucción física de conexiones neuronales. Vamos, partimos siendo una panda de borregos para convertirnos en una panda de borregos oligofrénicos y jodidos de la cabeza. Nos visten de seda el consumo de drogas, para que nos lo follemos contra la pared y luego lo twitteemos.

Además, el consumo como amordazamiento de la conciencia –causa principal entre los jóvenes- provoca la incapacidad de lidiar con las tensiones corrientes de la vida. Al drogarnos, nos separamos de la realidad, que muy bien, hasta que chocamos con ella con treinta años y en casa de nuestros padres.

Sin embargo, tampoco podemos pensarnos que la droga únicamente tiene la faceta deforma-cerebros y destroza-vidas con la que es interpretada por la mayoría. El consumo de setas alucinógenas lleva en investigación desde los años 70 por su posible vinculación positiva con trastornos como la depresión o la esquizofrenia. La mayor parte de la producción artística mundial no puede desprenderse de las drogas, porque están tanto en su origen como en su interpretación. Y no solo el arte, sino también la ciencia, ya que no son pocos los astrónomos y matemáticos que juguetearon con el LSD para conseguir avanzar con sus teorías.

Las sustancias psicotrópicas –droga queda feo que te cagas- no son maliciosas si son empleadas en un plano productivo y metódico, cuidadoso con los excesos y dirigido a la consecución de algo, con tal de que ese algo no sea presumir de carácter malote o simplemente omnubilar la conciencia.


Enciéndete el porro, pero como le dediques una foto en Facebook la tenemos.

viernes, 27 de febrero de 2015

¡Larga vida a Steve Jobs!

Los seres humanos somos felices en la medida en la que nos lo permite nuestra burbuja. Una película que parece transparente pero distancia a la persona de cualquier tipo de solidaridad, empatía, raciocinio y toma de conciencia de la realidad. Esa película está compuesta por todos los elementos hedonistas del s.XXI, que no son pocos. Esa película es el alimentarse a base de productos de marca -joder cómo mola el iPhone 6-. Es el alardear de vidas perfectas a través de
perfectas fotografías en un divino de la muerte perfil de Facebook. Es el hacer de la cultura una bandera muy cool que portar (¿podemos debatir el comunismo revisionista desde un punto de vista marxista, porfa?). Es el hacer que cualquier indicio de profundidad se vea banalizado. Es el concebir el amor de Mujeres, Hombres Y Viceversa.

Claro que, ¿salir de la burbuja? Supondría el abandono de la comodidad que va pareja al embotamiento de la conciencia por el consumismo y el choque con una realidad que actualmente vemos disfrazada por los medios de (des)información y el bombardeo constante de las modas y las imposiciones estéticas.

Supondría el tener que lidiar con que las cosas no son tan someras como hacemos de ellas; que la vida no es conseguir un trabajo chachi para conseguir un pisito chachi con una pibita chachi. Y tener hijos y toda esa mierda del golden retriever en un jardín con barbacoa y muchas risas y globos. Nos han vendido ese objetivo, que todos, cogiendo el fondo de la anterior deformada comparación hemos comprado. Todos a nuestra manera interiorizamos el prototipo de vida que nos han impuesto. Carente de peligros. Sin manera de perderse. Para morir entre arrepentimientos por haber malgastado el tiempo, que sigue pasando aunque nosotros no nos queramos dar cuenta.

Salir de la burbuja supondría conocer lo que realmente suponen las heridas del mundo, entenderlas con una sensibilidad de primera persona. Nos pondríamos en el frío de la piel del niño refugiado, la soledad de los marginados sociales, el agujereo en el vientre ocupado por nada más que el hambre, y los latidos cada vez más apagados tras la pérdida de un ser querido. Dolería increíblemente. Pero aprenderías a vivir con ello pasando a tomar una posición empática con los demás, que haría del mundo, al menos de tu mundo, un lugar mejor. La empatía tiene una relación directa con la solidaridad.

Y joder, un mundo donde la solidaridad existiese. Joder.

Por eso nadie sale de la burbuja. Se está mucho más calentito aquí. Es más cómodo emborracharte cada sábado, y actualizarlo en las redes sociales, creándote una identidad prefabricada, que haciendo de tu vida algo que merezca la pena. Aquí se está de puta madre.









Yo digo que dentro de mi burbuja está empezando a faltar el aire.







domingo, 15 de febrero de 2015

De monstruos y de hombres.

Las olas mecían con compasión la barca, al ritmo de un viento maltratado por la lluvia. A él lo que le pasaban por la cabeza eran perdones, a ritmo de autoflagelación del pensamiento.

Había pescado un corazón en ese mismo punto un día de tormenta hermano al de aquella noche. Se lo había llevado bajo una atenta mirada bajo el agua, a la que le empezaba a faltar el aire por su ausencia. Había dejado el corazón a buen recaudo, en una caja de cristal en su habitación, pero con el tiempo lo fue descuidando, cada día, cada minuto más, de manera que los latidos comenzaron a apagarse, hasta convertirse en un hilo de sangre en una madeja de pedazos rotos.

Tiró el corazón a la basura.

Pero éste era un viejo conocido de Poe, que gustaba de recordarle a las tres de la madrugada, noche tras noche, entre sudores fríos, una carga invisible de culpa que no le dejaría volver a dormirse.

Y ahí se hallaba. Entre perdones. Mirando a unos ojos azules que nunca se encontrarían más cerca que a través de la mayor de las barreras, del tiempo pasado, las heridas en el alma y la culpa compartida.

- Pero la culpa ha sido tuya. Me has querido. Me has querido... Y me has querido, sabiendo que yo no puedo querer. Que no puedo quererte a ti.

Ella lo miraba, magnificando el agua la retaíla de voces sin sentido. Lo miraba fijamente, inmóvil, muerta entre peces, algas y tesoros enterrados.

- Será mejor que nos olvidemos los dos, antes de que nos estanquemos. Y nos acabemos ahogando.

La culpa era suya. Habiéndole querido aun sabiendo que él  no podía querer. Que no la podía querer a ella. Y se sumergía en las profundidades, para enterrarse en el coral hasta que saliese la primera luz del día. Y él, remaba con el sol naciente de vuelta a casa.



Volvería la noche siguiente.





jueves, 12 de febrero de 2015

Qué sola está la luna.

Cómo duelen los atardeceres. El sol de un día más se desangra para dar protagonismo a una luna que llora desconsolada su pérdida. Es una insulsa farsa que se repite porque él siempre acaba volviendo a salir, dejándola a ella meditabunda, expectante, cansada e inactiva hasta que otra gota de sangre se atreva a manchar el cielo y ella pueda volver a llorarle.

El primer rayo de sol es una llamada perdida a las cuatro de la mañana. “Sigo aquí”. Pero aquí nunca será contigo. Y llorarás noche tras noche, sabiendo que se ha ido, sabiendo que va a volver, pero sin saber si piensa en ti durante el día.


Qué sola está la luna. Cómo refulgen sus lamentos.

martes, 10 de febrero de 2015

Historias de luz de luna.

Recuerdo cómo, cuando era niña, mi madre me contaba historias encaramada al alféizar de mi habitación, con el pelo enredado en madreselva y luz de luna. 

Con ella vi cómo contrastaban los vibrantes colores de los ropajes de una princesa india con el gris gastado por el tiempo de la piel del elefante que montaba cuando fue a la batalla, saldada con la muerte del sistema de castas del país. También viví, con tanto asombro como los demás habitantes de Yemen, África y alguna zona de Colombia, cómo desaparecieron todos los filos cortantes de un día para otro, siendo el verdadero milagro que ya no pudo practicarse desde entonces la ablación femenina.Casi muero de calor cuando un abrasador sol de Oriente Medio redujo a lágrimas de plástico toda la munición que encontró por sus dominios, arrastrando consigo hasta el desagüe al fanatismo islámico armado.Me maravillé cuando miles de mariposas arrancaron los tejados de las fábricas para alzar el vuelo con los tantos niños que habían sido privados de su infancia por una máquina de coser y una habitación sin ventilación ni luz solar.

Y así, construyó para mí el mundo que iluminó cada uno de mis sueños.

Al crecer, ese mismo mundo comenzó a derretirse bajo la luz del día, con todos los periódicos avasallando el idilio de ignorancia en el que todos habíamos construido una coraza para protegernos de lo que ellos nos mostraban: dolor, injusticia y egoísmo tras cada esquina. Corrupción en Europa, muerte indiscriminada en Oriente, explotación en Asia, imperialismo de sangre en América del Norte, y opresión y caciquismo en la del Sur.


La luz del sol duele tanto, que ya no me creo las historias de la luna.


sábado, 7 de febrero de 2015

¡He matado las mariposas!

Le dio la última calada a un apurado cigarrillo para enterrarlo en el cenicero. Miró por la ventana y se preguntó si realmente era el momento. Sí, lo era. Antes de poder pensárselo dos veces, el filo de una cuchilla reflejaba su piel, ardiendo en deseos por tocarla. De repente, todo se redujo a su respiración. El lento subir y bajar del abdomen, el vello erizado por el frío del acero.  Palpó su cuerpo, a la busca de un murmullo casi imperceptible. Ahí.

El aire dejó de entrar, cohibido ante el corte que se deslizaba por encima de su estómago, abriéndole la puerta a silenciosos hilillos granate. Introdujo su mano, entre lágrimas y temblores, y comenzó, con sumo cuidado, a extraer mariposas. La mayoría ya habían sido ahogadas en alcohol barato, de manera que fue depositando las pocas que quedaban delicadamente en una bandeja, como si se tratase de un burdo proyecto de entomología.  A la luz de un sol agonizante, en sus alas se reflejaban momentos pendientes de olvidar. Un amanecer en el bosque. Una caricia. Una sonrisa de complicidad previa al sexo, y también el cigarrillo a medias de crédito final. El primer beso, después de tanto tiempo, se había acostumbrado a su cuerpo, y revoloteó  fieramente, escondiéndose, abriéndole heridas por dentro. Ante su insistencia hubo un momento de duda. Quizá podía quedarse. Hay cosas que merece la pena guardar, que llevar en la maleta y sacar con un par de copas un sábado al azar. Pero decidió echarlo también, así como a todos los cadáveres que aún no habían consumido los jugos gástricos. No quería conservar nada.

Tras un minuto de silencio por los recuerdos que, ahora en hilera, le sonreían casi con sorna, volvió a unir su piel con hilo y aguja.


Se aseguró de que la gasolina empapase hasta el último milímetro de ala antes de lanzarle una cerilla a la bandeja, ahora en el suelo de jardín. El último rayo de luz del día fue testigo de cómo, a cámara lenta, el fuego tocó el combustible, y pronto todo el dolor se había convertido en humo. Con las mariposas, quemó todas las fotos que le quedaban de una etapa pasada a mejor vida.

martes, 3 de febrero de 2015

¿Qué fue del currículum de Rajoy?

Me gustaría que, por una vez, la crítica masiva y el escrutinio sistemático al que es sometido Podemos y cada uno de sus integrantes, pasase a los demás partidos que ocupan el panorama político español. Comprobemos los currículum y las cuentas de cada uno de sus integrantes. Pasemos por el filtro más exigente su pasado y cada una de sus palabras.

Y, ¿qué encontramos?

Encontramos universidades y empresas privadas sonriendo para la foto mientras se dan un apretón de manos. Encontramos malversación de fondos, fraude, militancia política por y para el dinero, manipulación de los medios, nepotismo y demagogia barata para esconderlo todo debajo de la alfombra. Probablemente una alfombra de fina seda persa, pagada por los contribuyentes. 

Eso sería lo que encontraríamos, en caso de buscar, claro está. Pero no vamos a buscar. No, porque en la política actual se tira del refranero popular, en concreto de "la mejor defensa es un buen ataque". Y ahí estamos, en un sempiterno intento de desprestigiar la única oposición con suficiente apoyo como para hundirlos.

Y qué bien nos va, que no le exigimos explicaciones al gobierno por el pago multimillonario a la empresa Castor pero ponemos el grito en el cielo si un profesor universitario -con mala memoria, como él repetía- no recuerda haber visto a Juan Carlos Monedero, a pesar de que este lo incluyese como referencia en su currículum. Y qué bien nos va, que acusamos de bolivariano y comunista a Pablo Iglesias, en lugar de tachar de ineptitud a toda la cúpula política actual. Y qué bien nos va, tirados en el sofá de la hipocresía y del cinismo, incapaces de hacer gala de nuestro sentido crítico, limitándonos a repetir por las redes sociales una y otra vez titulares (que si fuesen los cuerpos de las noticias, otro gallo cantaría) de periódicos sensacionalistas y sometidos al poder. Y qué bien nos va, criticando continuamente el plan electoral de la nueva formación, pero no pensando ni una vez en que las otras llevan años asentándose en un régimen constitucional que hunde sus raíces en una dictadura.


Y qué bien nos va.





En este hilo, muy recomendable "Podemos. Monedero y los medios", de Manuel Rico.


domingo, 1 de febrero de 2015

Basta con el humo.

El mundo alberga una increíble belleza. Y la esconde en las cosas más pequeñas. Basta el humo. Volutas de matices de gris, ascendiendo hasta las nubes, bailando una melodía que solo se puede escuchar cerrando los ojos y estando muy atento. Hilos de aire visible que se abrazan, se separan, y se funden hasta morir en un suspiro que no dejará tras de sí más que ceniza.


Basta con el humo.