Páginas

jueves, 12 de febrero de 2015

Qué sola está la luna.

Cómo duelen los atardeceres. El sol de un día más se desangra para dar protagonismo a una luna que llora desconsolada su pérdida. Es una insulsa farsa que se repite porque él siempre acaba volviendo a salir, dejándola a ella meditabunda, expectante, cansada e inactiva hasta que otra gota de sangre se atreva a manchar el cielo y ella pueda volver a llorarle.

El primer rayo de sol es una llamada perdida a las cuatro de la mañana. “Sigo aquí”. Pero aquí nunca será contigo. Y llorarás noche tras noche, sabiendo que se ha ido, sabiendo que va a volver, pero sin saber si piensa en ti durante el día.


Qué sola está la luna. Cómo refulgen sus lamentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario