El mundo alberga una increíble belleza. Y la esconde en las cosas más pequeñas. Basta el humo. Volutas de matices de gris, ascendiendo hasta las nubes, bailando una melodía que solo se puede escuchar cerrando los ojos y estando muy atento. Hilos de aire visible que se abrazan, se separan, y se funden hasta morir en un suspiro que no dejará tras de sí más que ceniza.
Basta con el humo.
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