Páginas

lunes, 11 de mayo de 2015

La primavera, que la sangre altera

Sé por qué nos gustan las canciones tristes cuando toda la luz se nos ha apagado de la mirada. Nos sentimos comprendidos. No hemos sido los únicos paseando solos por este sinuoso sendero, a cuyos lados los árboles se retuercen en tétricas formas, ocultando sombras de verdades. No es tu desamor más importante que el suyo por ser más reciente, o venir de más lejos. No eres el único que ha mirado el techo en la oscuridad de una cama vacía durante horas. Tampoco serás el único en salir adelante, renqueando, moviéndote con más dificultad que antes, y sonriendo en contadas ocasiones. Adelante, siempre adelante.

 Y si no quiero, ¿qué?

¿Y si prefiero morir sola que vivir entre intentos? ¿Y si no quiero que me despierten con una sonrisa que sé que acabará por desvanecerse de mis mañanas? ¿Y si el único amor que quiero conocer es el que me van a dar mis brazos y mis sonrisas? ¿Dejaré de ser digna por preferir ser persona antes que amante?

Si alguien quiere solucionarlo por mí, que hable con Cupido. No sé en qué momento quiso meterme en su lista negra, y ahora se niega a cogerme el teléfono. Lo deja sonar. Tres pitidos. Y cuelga. Y ya no tengo saldo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario