Sé por qué nos gustan las
canciones tristes cuando toda la luz se nos ha apagado de la mirada. Nos
sentimos comprendidos. No hemos sido los únicos paseando solos por este sinuoso
sendero, a cuyos lados los árboles se retuercen en tétricas formas, ocultando
sombras de verdades. No es tu desamor más importante que el suyo por ser más
reciente, o venir de más lejos. No eres el único que ha mirado el techo en la
oscuridad de una cama vacía durante horas. Tampoco serás el único en salir
adelante, renqueando, moviéndote con más dificultad que antes, y sonriendo en
contadas ocasiones. Adelante, siempre adelante.
Y si no quiero, ¿qué?
¿Y si prefiero morir sola que
vivir entre intentos? ¿Y si no quiero que me despierten con una sonrisa que sé
que acabará por desvanecerse de mis mañanas? ¿Y si el único amor que quiero
conocer es el que me van a dar mis brazos y mis sonrisas? ¿Dejaré de ser digna
por preferir ser persona antes que amante?
Si alguien quiere solucionarlo
por mí, que hable con Cupido. No sé en qué momento quiso meterme en su lista
negra, y ahora se niega a cogerme el teléfono. Lo deja sonar. Tres pitidos. Y
cuelga. Y ya no tengo saldo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario