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domingo, 3 de mayo de 2015

VIII

Se me cayeron las palabras por el desagüe un domingo de madrugada. No sabría qué decirles a los insomnes que me acompañan en las inclemencias de una noche de esas de cama vacía. A los que a las 2:45 aún estamos despiertos, que algún dios nos tenga en su gloria, porque somos las personas que hacen que el mar siga siendo salado.

Le hablaré sin palabras a ese público enloquecido en el silencio, a los enamorados y a los desenamorados. Y no sé qué preferiría ser, porque las basuras de "es mejor haber amado y perdido, que nunca haber amado", ya no me las creo.

Que le pregunten, si no, a tu recuerdo. Se ha hecho con un hueco en mi cabeza, y me susurra cosas al oído cuando ninguno de los dos puede dormir. Lo hace con tu voz, y me eriza la piel de la misma manera en que lo harían tus labios. Cada vez que habla, cierro los ojos y le pido a alguna estrella errante evitar haberte conocido.

Pero las estrellas ya no me hacen caso, se cansaron de intentarlo conmigo. Y yo contigo. Y el mundo con nosotros.


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