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domingo, 10 de mayo de 2015

Otrora, ahora y nunca más

Voy a ponerme de rodillas. Para pedirte perdón, clemencia y bajarte la cremallera con la boca, todo en el mismo segundo.

No dejaré que te des más la vuelta. Para decirme adiós, no vuelvas y quizá en otra vida, todo ello sin palabras.

Porque para eso bastan las miradas. Cuando se lanzan al suelo en vez de a los labios. Cuando huyen tras las faldas de otras. Cuando rehúyen de las mías.

Pero no soporto hablar de tu mirada. Sigo sin tener claro si es azul, verde, amarilla o marrón mierda. Como mi vida desde que entraste en ella, sin pedir permiso, sin llamar a la puta puerta. Al menos avisa, al menos dime, oye, perdona, quiero venir a destrozarte. La cama, el peinado, el corazón y el maquillaje. Se va a correr tu rímel con las lágrimas después de cada orgasmo. Y después de eso vas a darte la vuelta entre sábanas vacías. De pasado, de futuro y de sentimiento alguno. Todo fingido.

Lo que digo, que eso se avisa.


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