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sábado, 9 de mayo de 2015

Poenoa

Las aceras están tristes. Mojadas sin que haya llovido. Buscando el camino correcto entre tantas señales de tráfico equívocas.

Y los viandantes se contagian de la pena a través de las suelas de los zapatos. Chapotear entre charcos de lágrimas derramadas a destiempo no despierta sonrisa ni en el más sádico. 

Las comisuras de la boca tienen anclas enganchadas, que las arrastran hasta el infierno en vida. El padecimiento congelado del que hablaba un Dante desterrado.

Somos los tristes los que sobreviviremos al naufragio en el mar más salado de todos. La costumbre nos empujó a comprar flotadores.

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