Páginas

viernes, 8 de mayo de 2015

A la mierda la cruz imaginaria que te pesa en la espalda

No repitas poesías de otras bocas al oído en susurros, a mí no me vale el reciclaje de sentimientos de autores a dos metros bajo el suelo. Tatúa besos verdaderos, nada de posturas autoimpuestas (a medias entre la sociedad y la voz que resuena en la cabeza cuando la tuya calla). Para fingir ya están las actrices porno, qué quieres que te diga, son demasiados en un juego con reglas desiguales, y ya me estoy cansando de lanzar los dados y que no me salgan más que unos. Despréndete del qué dirán como de la ropa una noche de borrachera, y tírate a la tristeza contra la puerta del baño más sucio de la ciudad. No se te ocurra darle tu número, por mucho que te insista, porque es de las que se meten en tu cama, tu cabeza y tu vida con la facilidad de quien respira. Tú imagina, si es la musa de los versos que iluminan las ventanas solitarias a las tres de la mañana. (Y recuerda, que no es mentira que la gente triste es la que más bebe, más alto ríe, y más fuerte folla.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario