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domingo, 26 de abril de 2015

Paso a paso o algo así

El vacío del estómago lo confirma. La lápida sin musgo lo asevera. Lo por haber se queda en lo habido. Y tratar de evitarlo es achicar agua en el Titanic. Solo que lo nuestro no fue tan grande. Ni su caída colosal. Se deslizó por el alcohol la indiferencia, y se metió en las venas del presente, augurándole al futuro una amputación de piernas. Pero el viento de abril evita que me arrastre, y me lleva en brazos por esos caminos inescrutables en boca de tantos. 

Dicen que somos más vacío que materia, y puedo confirmarlo. Un poco más y floto, como un globo prófugo, navegando entre partículas de agua muy por encima de los ríos que me han venido arrastrando hasta esta orilla. Las nubes no duelen tanto como los golpes contra las piedras cuando te maneja la corriente. Pero hay tormentas, que acaban mojando las aceras de agua salada y solitaria. 

Morirán los riachuelos en las alcantarillas como las noches en vela. Lentamente se besarán las pestañas y no volverán a dejar que la luz toque las pupilas.



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