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sábado, 25 de abril de 2015

miradas y celos

Las brasas que dejan de recuerdo las llamas pasan un tiempo de duelo hasta convertirse en inofensivas cenizas. Hasta llegar a ese punto permanecen rescoldos de pasión remanentes, escondidos en el gris, esperando a que los pises y te vuelva el ardor de golpe. Y el dolor. Y este arte no se perfecciona a base de repetición, sino de azar. Repitiendo solamente nos hacemos llagas en las plantas que luego dificultan el caminar hacia delante.

Por eso lo mas conveniente es alejarse de la hoguera tras extinguirla. Echarle barro encima y un par de botellas, disimular que en algún momento ahí pudo haber fuego, y seguir dando vueltas en círculos por el bosque, esperando que caiga la noche para encender otro nuevo.

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