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miércoles, 15 de abril de 2015

El olvido más largo de la historia

Lo confieso.

No sé escribir.
Si no es con sangre
de las heridas
con tu firma.

No sé sentir.
Si no es tu pecho
contra mi oreja.
O tu mano
contra mi mano.
En luchas
de segundos,
y de milenios.

No sé oír.
Si no son latidos,
acompasados
al ritmo de errores.
Tus ronquidos
a pierna suelta.
Tus susurros
de madrugada.

No sé pensar.
Si no es tu ausencia.

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