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lunes, 13 de abril de 2015

De los altos a lo más bajo

Qué quieres que te diga,
si tengo miedo de derretirme
fuera de los límites de mi cuerpo.

Si las ganas de correr
se comen mis pesadillas. 
Y me tiemblan las manos
de pensar en el mañana.

Porque no sé qué decirte, si no sabes lo que es el abismo. 
Y volver hacia arriba. Y caer en el suelo. 
Que ya no quema, pero sigue duro.

La vida son dos días
y aún no ha amanecido, 
pero el sol se pone en diez minutos, 
y ahí no da tiempo a que me corra.

Que si no recorro, no me corro,
pero no el vaso por la barra,
sino tus dedos por mi garganta, 
y pecho abajo, 
por entre las montañas, 
sendero sinuoso que acaba en los mares
 (que abren tus garras)

Y adiós, un fuerte adiós, 
sentido adiós a la existencia, 
y al abismo entre dos cuerpos
que no se conocen 
pero se memorizan los latidos.

Vuelta de nuevo, caída al uno solo, 
nos despegamos como podemos y nos sentimos
vacíos de nuevo. 

Más aún, porque lo dimos todo 
y en el hotel siempre se olvida alguna prenda de ropa.

Lo llenaremos
con miradas de recriminación,
mensajes alcoholizados 
y pizza a las tantas de la mañana.



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