Qué quieres que te diga,
si tengo miedo de derretirme
fuera de los límites de mi cuerpo.
si tengo miedo de derretirme
fuera de los límites de mi cuerpo.
Si las ganas de correr
se comen mis pesadillas.
se comen mis pesadillas.
Y me tiemblan las manos
de pensar en el mañana.
de pensar en el mañana.
Porque no sé qué decirte, si no
sabes lo que es el abismo.
Y volver hacia arriba. Y caer en el suelo.
Que ya no
quema, pero sigue duro.
La vida son dos días
y aún no ha amanecido,
y aún no ha amanecido,
pero el sol se pone en diez minutos,
y ahí no da tiempo a que me corra.
Que si no recorro, no me corro,
pero no el vaso por la barra,
sino tus dedos por mi garganta,
pero no el vaso por la barra,
sino tus dedos por mi garganta,
y pecho abajo,
por entre
las montañas,
sendero sinuoso que acaba en los mares
(que abren tus garras)
(que abren tus garras)
Y adiós, un fuerte adiós,
sentido
adiós a la existencia,
y al abismo entre dos cuerpos
que no se conocen
pero se memorizan
los latidos.
Vuelta de nuevo, caída al uno solo,
nos despegamos como podemos y nos sentimos
vacíos de nuevo.
Más aún, porque lo dimos todo
y en el hotel siempre se olvida alguna prenda de ropa.
Lo llenaremos
con miradas de recriminación,
mensajes alcoholizados
con miradas de recriminación,
mensajes alcoholizados
y pizza a las tantas de la mañana.
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