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miércoles, 8 de abril de 2015

Amor propio

Quiero ser poeta, y quiero ser mi amante, para poder escribirme versos más tristes que los de todas las noches de Neruda. Y perderme en el lirismo de palabras que ponen a latir a patadas hasta al más triste corazón.

Y quiero ser yo, y yo conmigo, y nosotras dos sin ti, sin nadie, sin nada que nos frene, entorpezca o ralentice. Sin amores unilaterales y besos en la frente después de una mamada. Sin noches en vela y almohadas empapadas, cuando los mares deberían abrirse paso entre mis piernas.

Y los te quiero, en vez de al cuello de la camisa o a una taza de café fría, al espejo, que no dudará en recordarme cada mañana lo preciosa que es mi sonrisa. De enamorada, pero de nadie más que de la vida.

Y las lágrimas caerán solamente de alegría, que de tanto resucitar recuerdos ya me han quedado surcos de tristeza en las ojeras. 

Perderé el aliento, pero no ya en una carrera por buscar el aprecio de alguien cuyos ojos buscan sin cesar una nueva presa, sino en una competición conmigo misma y el fracaso, el dolor y las mentiras. Llegaré antes a la meta que nadie, y me quedaré esperando a que pase el tiempo fumando un cigarrillo.


Ya no me importa esperar, porque ya no espero nada.


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