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lunes, 22 de junio de 2015

Espero que hoy sea un día bueno

Todos tenemos de esos días en los que la conciencia va más rápido que la luz del sol, y pedimos sin palabras a alguien sin oídos que esa mañana el dolor no llegue. Que se pierda de camino a casa, o, a causa quizá de un despertador rebelde, se duerma y llegue tarde, encontrando tu cama vacía.

Haga lo que haga, que no se meta contigo en la ducha con el silencio de un amante que ha sustituido la pasión por las formalidades. Que no te recuerde, en el golpe del agua en la espalda, todos los errores que has cometido, uno por uno, de dos en dos a veces, de tres en tres las más.

Que no te haga temblar el paso por la calle, girar la cara a la vida, bajar la mirada en presencia de otras personas. Que no pierda tu mirada por el horizonte o te meta ideas estúpidas en la cabeza.

Todo ello lo pensamos en los segundos posteriores al sueño, con los ojos aún cerrados. Lo formulamos incluso en una línea de pensamiento.

"Espero que hoy sea un día bueno".

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