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domingo, 14 de junio de 2015

XXIV

No te pierdas mis primeros pasos de la mañana, ni los últimos de la noche, al ir al baño a quitarme las lentillas y ponerme el sueño. No me dejes sola ante el aroma del café recién hecho, ni confíes en mí la decisión de qué vestir mi cuerpo frágil y desnudo para las irreverentes miradas de los desconocidos. No me abandones de camino al trabajo. No me sueltes la mano cuando el semáforo se ponga el verde. No te pierdas de vuelta a casa. No dejes que la soledad del crepúsculo se esconda tras las cortinas y se me abalance cuando me deje caer al sofá. Y, bajo ningún concepto, me dejes irme sola a la cama.


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