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martes, 9 de junio de 2015

Tormenta de verano temprano

Llámame sorda, pero hoy no he oído más que risas. Y pasos repiqueteantes en el suelo de Madrid, amortiguado por una fina capa de irrealidad que nos persigue desde niños. Como los juegos. Como los sueños. Como los llantos por las rodillas raspadas. Pero eso en junio no importa. Importa el sol. Y más aún las tormentas por sorpresa. Es que me gustan las sorpresas. Todo lo que rompa con la rutina. Y más si va acompañado del fuerte olor a tierra mojada.

Los días de lluvia me hacen la persona más feliz del mundo
porque si algo tan grande como el cielo llora
quizá no sea tan pequeña como dicen las cicatrices.




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