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lunes, 1 de junio de 2015

Llora

Esta noche oí un grito. Un grito que era un susurro. Un susurro que era un llanto. Y no pude dormir. Y lo seguí. Lo busqué en una noche oscura como la boca del lobo. Como el futuro. Como el fango. Como la sangre. Como las almas.

Y lo encontré. Era un niño. Yo lo vi, pero él no a mí. No podía. Los ojos estaban llenos de tierra. Y la ropa, rota. Y la sangre, seca. Y la mirada, perdida. En la inmensidad de una fosa compartida con otros tantos infantes. Con otras tantas vidas perdidas.

Me desperté, y me di cuenta de que no eran vidas. Eran números. O eso es lo que dicen en las noticias.



(Ahora llora, hijo de puta, llora. Llora lo que no lloraste al ver cifras de muertos en el telediario, en el periódico, en Internet, persiguiéndote en tus putos sueños. Llora al ver que hay vidas detrás de las noticias. Llora por los padres sin hijos, los hijos sin padre, y la tierra regada con sangre. Llora al ver unos ojos tan negros y tan inocentes. Y tan secos. Ya se habrá cansado de llorar, supongo. Sabe que no tiene nada que ganar, supongo. Y lo único que me pregunto es quién coño habrá sacado la puta foto.)

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