Se ha oxidado ya la saliva de unos besos que más se parecían
a salvavidas. Agarrarnos con los dientes a la vida nunca fue una solución
perentoria. Más un botiquín de primeros auxilios que escayola. Putrefactas ya
las flores que dejé en mi puerta memorando tu última partida, mi antepenúltimo
no vuelvas. Lloran las ventanas el sudor que no compartimos, con infinita pena
por esta amalgama de futuros imposibles y sueños escupidos en gemidos
indolentes. Tratar de salvarnos con abrazos para solo ajustar más la mortaja.
Listos para ser enterrados, aún pensando en lo que no tenía que haber pasado
ayer, aún arrepintiéndonos de una noche escondida en años perdidos. Perderme por
no perderte, por no abandonarme a la incertidumbre de una cama fría. No compro
boletos de amor barato para un café solitario, mirando la pared de la cocina.
Esperando oír el cerrar de la puerta, el caer de mi dignidad por las escaleras.
El cartero sigue echándome miradas de pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario