Las cortinas se divertían
imitando a las olas cuando vi que la ventana estaba abierta. Y es que se me
escapó tu sonrisa. No dejó carta de despedida, pero sobran cuando son conocidos
los motivos de una partida. Ya no era bien recibida. Los escalofríos en la
espalda y la risa tonta dieron paso a los temblores de manos y la lágrima
suelta. Más consciente que tú, supo cuándo irse para evitar dejarme en carne
viva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario