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viernes, 19 de febrero de 2016

21, madre mía.

He llamado al invierno más frío,
para retarle.
Que se atreva a congelar las amapolas
una vez vea tu sonrisa.

Será tu cabello el sol que iluminará
esta mañana de febrero
donde el calor ha renacido
con motivo de jolgorio.

21.
Madre mía.
Y pensar que con 10+11 tu vida y la mía ya eran
para toda la vida.

Madre mía.
21.
Legal la bebida en esos unidos estados.
Ilegal esa colonia, tuya,
que da banda sonora a juegos de la infancia.

21.
Y mis manos aún no se han soltado de las tuyas
ni para ir al baño.
Y mis recuerdos siguen refugiándose en nuestros secretos
de niña tonta.

21...
Espero no tener que esperar
a que el 2 anule la existencia al 1
para volver a ver
esos rizos de oro.


(Que todo lo que te dé la música no te lo quite alma humana. Que siga tu arco con su cuerda y con tu encanto y todos ellos con las sonrisas de niña, que de mujer, si no la estampa, el sentimiento de sacrificio. Que sigas siendo tú, con 20, 21, 40 o 51. Que la esencia no se pierda y no se caigan por el camino las promesas. De no olvidarnos. De no perder el vernos. Feliz cumpleaños.)

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